
Alianza de Encopresis Infantojuvenil
Apoyando a los niños, acompañando a las familias
Encopresis y Autismo
La encopresis es significativamente más frecuente en niños y niñas con autismo. Esta realidad tiene múltiples causas que se entrelazan entre lo físico, lo sensorial, lo emocional y lo conductual. Comprenderlas es el primer paso para poder ayudar.
En muchos casos, cuando un niño con autismo deja de ir al baño con regularidad o tiene accidentes frecuentes, se asume que “es parte del diagnóstico” o que “ya se le va a pasar”. Pero no ir al baño durante días, tener escapes o mostrar malestar físico son señales que no deben ignorarse. Aunque sea algo común, no es algo menor. Es fundamental consultar con un especialista para evaluar qué está ocurriendo y actuar a tiempo. Detectar y tratar estos problemas mejora la calidad de vida del niño y también la dinámica familiar.
¿Por qué es más común en niños con autismo?
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Los chicos dentro del espectro pueden presentar una serie de factores que aumentan el riesgo de encopresis:
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Alteraciones sensoriales: Algunos niños no registran las señales internas de su cuerpo (hiposensibilidad) y otros las viven de forma exagerada o dolorosa (hipersensibilidad). Esto puede hacer que ignoren la necesidad de evacuar o que la eviten por incomodidad o miedo.
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Estreñimiento crónico: Es muy común en el autismo, a veces silencioso, sin dolor evidente. Cuando no se trata, puede generar escapes fecales involuntarios.
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Comunicación limitada: Si el niño no puede expresar que tiene dolor, incomodidad o necesidad de ir al baño, los episodios de encopresis se repiten sin poder anticiparse.
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Rigidez en las rutinas: Muchos niños se resisten a cambios o actividades nuevas, y usar el inodoro en lugar del pañal puede generar rechazo o ansiedad.
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Miedos asociados al baño: El sonido del agua, la descarga, la luz fuerte o la sensación de salpicarse pueden hacer del baño un lugar hostil.
Autismo y microbiota intestinal
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Diversos estudios han demostrado que los niños con autismo presentan una microbiota intestinal distinta a la de niños neurotípicos. Esta diferencia puede influir en problemas como el estreñimiento, el dolor abdominal, la inflamación intestinal y otros trastornos digestivos. Aunque la ciencia todavía está investigando los vínculos exactos, hay evidencia de que la salud intestinal impacta no solo en el cuerpo, sino también en el estado de ánimo y la conducta. Por eso, cuidar la alimentación y recibir orientación médica es parte del abordaje integral.
¿Por qué consultar a un especialista?
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La consulta médica es clave para:
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Detectar si hay causas físicas que se pueden tratar (estreñimiento, disfunción intestinal, intolerancias).
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Trabajar en equipo con profesionales que aborden el problema desde lo médico, lo emocional y lo conductual.
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Evitar consecuencias a largo plazo como la pérdida del hábito intestinal, infecciones, dolor persistente o baja autoestima.
¿Cómo hacer del baño un lugar amigable?
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Si el niño evita el baño, es importante observar y detectar qué lo incomoda. Algunas ideas que pueden ayudar:
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Luz tenue: Si la luz lo molesta, usar una lámpara cálida o bajar la intensidad.
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Reducir ruidos: Evitar la descarga mientras está sentado, cerrar la puerta suavemente o usar música suave de fondo.
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Evitar salpicaduras: Colocar papel higiénico dentro del inodoro antes de que se siente para amortiguar el impacto del agua.
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Adaptar el espacio: Usar adaptadores para el inodoro, banquitos para apoyar los pies o decoraciones que le resulten familiares y agradables.
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Hacerlo previsible: Explicar paso a paso qué va a pasar, con apoyos visuales o rutinas claras.
¿Cómo ayudar desde casa?
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El hogar cumple un rol fundamental. Algunas formas de acompañar:
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Rutinas fijas y predecibles: Establecer horarios para sentarse en el inodoro (por ejemplo, después de cada comida).
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Refuerzo positivo: Celebrar cada intento, sin enfocarse solo en el resultado.
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Evitar enojos o castigos: No presionar ni retar si hay accidentes. La comprensión reduce la ansiedad.
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Apoyos visuales: Usar pictogramas, calendarios, canciones o cuentos que muestren paso a paso qué se espera.
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Paciencia y escucha: Respetar el ritmo del niño, sin generar estrés adicional.
Acompañar hace la diferencia
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La encopresis en niños con autismo puede ser un desafío para toda la familia, pero no están solos. Acompañar con empatía, sin castigos ni exigencias, puede marcar una gran diferencia. Pedir ayuda profesional, respetar los tiempos del niño, crear rutinas amables y ofrecer contención emocional son formas concretas de mejorar la vida cotidiana. Con comprensión, información y apoyo, es posible avanzar.
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A continuación, compartimos un video muy útil con el Dr. Julián Fernández, gastroenterólogo pediátrico, quien profundiza sobre la relación entre autismo y encopresis, brindando consejos prácticos y una mirada profesional:
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Las cinco causas más frecuentes de incontinencia en chicos con autismo y seis ideas útiles para superarla.
Una nota publicada en TN que identifica causas frecuentes y estrategias accesibles para acompañar esta situación en casa.
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